Los sistemas de calefacción en su mayoría consisten de calentadores y calderas que generan calor a través de diferentes suministros de energía como son el gas, la electricidad e incluso el sol. Existen diferentes tipos de calefacción, que varían según el combustible que necesitan y el sistema de radiación. Mostramos algunos de ellos.
Calefacción Central
Es una de las posibilidades más baratas, pero que viene impuesta para todo el edificio y con fecha de encendido y apagado fija.
El sistema de calefacción centralizada más común es el de agua caliente que emplea una caldera donde se calienta el agua y emisores del tipo radiador o de suelo radiante en los locales habitados, llevando el agua caliente por medio de una red de tuberías. También puede ser calefacción por vapor o mediante aire caliente.
Calefacción Eléctrica
La calefacción eléctrica involucra que la electricidad sea convertida en calor a través de un aparato eléctrico. Dentro de cada calefactor eléctrico hay una resistencia eléctrica a través de la cual pasa la corriente eléctrica. Esta misma corriente eléctrica convierte a la electricidad en calor.
Todos los aparatos de calefacción eléctrica siguen el mismo principio. La única diferencia es el método mediante el cual proporcionan el calor al hogar.
Tipos de Calefacción Eléctrica:
Calefacción Eléctrica: sistemas de radiación.
Calefacción Eléctrica: convección forzada.
Calefacción Eléctrica: radiadores eléctricos.
Calefacción Eléctrica: calentadores por convección.
Calefacción Radiante
Es la única de las posibilidades con la que se calienta totalmente la estancia desde el suelo y es ideal para usarse con energías renovables.
Este tipo de sistema de calefacción funciona a través de un proceso conocido como radiación o transferencia directa de calor a una superficie fría.
Los sistemas de calefacción radiante vienen en diferentes formas, pero se dividen en dos: los radiadores y el suelo radiante (el más tecnológico); los radiadores pueden estar compuestos por uno o varios paneles mientras que el suelo radiante necesita de una obra mucho más compleja para su instalación.
Tipos de Calefacción Radiante:
Calefacción Radiante: aire
Calefacción Radiante: agua
Calefacción Radiante: electricidad
Calefacción por Gas
Es un sistema de calefacción considerado uno de los métodos más eficientes para calentar. Contaminan poco, son cómodas y precisan mínimo mantenimiento. Para poder instalar un sistema de calefacción en una
vivienda por gas natural, se necesita una caldera de gas
conectada a un sistema de tubos por los que circula el
agua.
Repartidos por las distintas habitaciones de la casa, se colocan
radiadores, es decir elementos que irradian calor. La
diferencia entre un radiador y una estufa, por ejemplo, es que un radiador no
genera calor por sí mismo, sino que transmite el calor que le viene dado
por el agua caliente. La estufa, en cambio, irradia el calor generado
por ella misma.
Una característica importante del la calefacción de gas
natural es que los radiadores, al no producir calor en
sí mismo, no emanan ni gases ni ninguna otra sustancia,
conviertiéndola en una enería limpia y segura.
Bomba de Calor
La bomba de calor es un aparato vital en los hogares ya que nos da calor y frío a las casas y edificios. La bomba de calor de hecho es una unidad de aire acondicionado que funciona a la inversa. Durante el verano, opera como un aire acondicionado normal y durante los meses fríos provee del calor necesario.
Calderas de Bajo Consumo
Son opciones bastante recomendables ya que contaminan muy poco, su uso es muy sencillo y requieren un escaso mantenimiento.
Una caldera de bajo consumo es clave en la calefacción sostenible, si es que estamos utilizando calderas de combustibles fósiles para este menester. Existen en el mercado calderas que son algo más caras que las convencionales, pero que consiguen hasta un 40% de ahorro de combustible frente a las calderas convencionales, con lo cual el pequeño esfuerzo inversor inicial se compensa rápidamente.
Básicamente, las calderas de bajo consumo son de dos tipos:
Calderas de condensación
Calderas de baja temperatura
Calderas convencionales Las calderas de condensación son calderas que extraen el calor del humo de la combustión, ofreciendo ahorros de hasta el 40% del combustible. Están disponibles tanto para gas como para gasóleo.
Las calderas de baja temperatura basan su elevado rendimiento en otro sistema. Las calderas convencionales alcanzan sus rendimientos más elevados en los días en los que hace más frío del invierno. Están optimizadas para que lo hagan así. Pero el resto del tiempo, es decir, casi siempre, no son tan eficientes. Las calderas de baja temperatura, sin embargo, sí están optimizadas para funcionar con su mejor rendimiento cuando la demanda de calor no es tan elevada; por eso se llaman de baja temperatura. Estas calderas sólo están diseñadas para trabajar con gasóleo, y alcanzan ahorros de hasta un 30% frente a las tradicionales.
Y ojo porque adquirir algunas rutinas como no encender la calefacción por la noche, cerrar las persianas y cortinas, hacer revisiones y purgar los radiadores, tener un termostato digital y programable si pasas muchas horas fuera de casa, cerrar los radiadores que no necesitemos, no encender la calefacción hasta que no se ha ventilado la casa al menos durante al menos 10 minutos o mantener una temperatura decuada (no seamos exagerados, que la temperatura ideal está en torno a los 20º, así que no hagamos de la casa una sauna), hará que no tengamos pérdidas de calor y que se reduzca nuestro consumo energético.
Ahora, si realmente se quiere notar un ahorro considerable, hay que hacer las cosas bien desde el principio. Para aislar bien la vivienda hay que tener en cuenta que el lugar por el que se pierde más energía no es otro que las ventanas. Por lo que una de las inversiones más rentables que se pueden hacer en casa es cambiar las ventanas por unas con mejor aislamiento y con rotura de puente térmico, con las que se podrá ahorrar hasta un 50% en calefacción.