Las tecnologías energéticas renovables avanzan sin dejar de lado ningún recurso sostenible. Ahora son las algas las protagonistas de un sistema de fachada, capaz de dar sombra y generar energía al mismo tiempo. El primer bio-edificio con fachada de algas energéticas se llama BIQ.
La bio-piel inteligente del BIQ autocultiva microalgas en su fachada de cristal. Las plantas sirven para producir energía, regular la luminosidad del interior y proporcionar sombra. Este edificio ha llegado a la Exposición Internacional de la Construcción celebrada en 2013 en Hamburgo como un concepto de vivienda innovador, para dar pistas de lo que podría ser la vida urbana del futuro, una simbiosis de la última tecnología energética y medioambiental.
Los lados del edificio que se enfrentan al sol tienen una segunda capa. Dentro de esa cáscara se reproducen microalgas del tamaño de bacterias que abastecen la casa con la energía que precisa. Las algas se alimentan del continuo suministro de nutrientes líquidos y dióxido de carbono. Este les llega mediante un circuito separado de agua que también atraviesa la fachada. Con la ayuda de la luz solar, las algas pueden fotosintetizar y crecer. Esta fachada es la primera de su tipo en el mundo y hace uso de la última tecnología en energía y medio ambiente.
Las algas prosperan y se multiplican en un ciclo regular hasta que están listas para su recolección. Entonces se retiran y se separan del resto de algas. A continuación se transfieren a la sala técnica del BIQ en forma de pasta espesa. En una planta exterior se fermentan y se genera biogás. Las algas son especialmente adecuadas para este sistema, ya que producen cinco veces más biomasa por hectárea que las plantas terrestres. Además, contienen numerosos aceites que se pueden utilizar para obtener energía.
Sistema energético holístico
El BIQ se basa en un concepto energético integral: toda la electricidad que utiliza la obtiene de fuentes renovables. Es capaz de generar energía a partir de la biomasa de algas recolectadas de su propia fachada. Dicha fachada absorbe la luz del sol que no utilizan las algas y la convierte en calor, como en una central térmica solar. Ese calor se utiliza directamente para calentar el agua y la calefacción. También puede almacenarse en el suelo mediante una sonda geotérmica - agujeros a 80 metros de profundidad llenos de salmuera. Por tanto, este concepto de energía sostenible es capaz de crear un ciclo de energía solar térmica, energía geotérmica, una caldera de condensación, calor local y la captura de biomasa utilizando la fachada como bio-reactor.
El novedoso edificio pone de manifiesto que las fachadas en el futuro serán multifuncionales, más allá de un revestimiento estético para proteger contra la lluvia y el frío. De hecho, desde fuera se puede observar cómo las algas descomponen el dióxido de carbono y lo procesan mediante la fotosíntesis. Esta forma de producción visual de energía renovable forma parte de la concepción arquitectónica del BIQ.
El interior del edificio también se adapta a las necesidades de sus habitantes y las funciones de los diferentes espacios se pueden intercambiar. De esta manera, la vida cotidiana de cada residente determinará el aspecto final de la vivienda, en lo que a la distribución de la estructura se refiere.